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  • Foto del escritorFútbol Local

Sueños y un balón en los pies




Una expresión seria, en su cara se puede ver la concentración de alguien que se dirige al momento más importante del día, camina tranquilamente atravesando las canchas del complejo ‘Pueblo Viejo’ hasta encontrarse con su grupo, es momento de un nuevo entrenamiento. Mientras deja su maleta, alista unos últimos detalles de su indumentaria para entrenar y ahora trotando, se encamina al centro del campo.


El fútbol dentro de su mística es también un lenguaje maravilloso y el primer saludo de su equipo es pasarle el balón, momento en el cual Marcela Ramírez se transforma. Su cara ahora irradia alegría y su postura corporal se relaja; en el control, el par de malabarismos que hace y un pase de vuelta deja entrever su calidad, con esos cinco segundos bastan para saber que su relación con el esférico tiene historia, la futbolista bogotana definitivamente está en su ambiente favorito.


Marcela nació en la capital del país, pero por cuestiones familiares creció y se formó en Villavicencio. Se considera una persona soñadora, dedicada y que hace todo con mucho amor. Recuerda con cariño el colegio Francisco de Paula Santander y su equipo de microfútbol, donde su talento empezó a dar de qué hablar. Como muchas grandes jugadoras, se inició en esta modalidad del balompié.


En su técnica de conducción y regate se pueden ver las influencias de esta disciplina. La habilidosa volante es consciente de que esa experiencia ha aportado mucho a su juego actual. “Los cambios de ritmo en espacios cortos y la movilidad constante es lo que más he podido adaptar del micro al fútbol, me gusta mucho el espacio reducido, el cambio de ritmo y jugar a una o dos intenciones, por lo mismo que tengo las bases del micro, es donde más resalto” comenta con la seriedad que la caracteriza fuera del campo y un acento paisa apenas perceptible, producto de una estrecha comunicación con parte de su familia que es de esta región de Colombia.


Del asfalto a la grama


A pesar de tener gusto por el balón desde que tiene memoria, fue a sus 15 años -en el 2013- que empezó a jugar fútbol, sin dejar de lado el microfútbol que es una de las disciplinas dominantes de la capital del Meta. Durante tres años alternó entre estas modalidades mientras concluía con los estudios en su colegio. En este tiempo, destacó por su habilidad e inteligencia para jugar, lo cual la llevó a defender la camiseta de Llaneras FC, que a la postre también la llevaría a hacer parte de los procesos de Selección Meta Prejuvenil y Juvenil. Al no existir un torneo femenino estructurado, su equipo muchas veces competía con escuadras masculinas de la zona y así lograba mantener la forma deportiva.


Fútbol a 2600 metros de altura



Al finalizar sus estudios escolares, Marcela volvió a su ciudad natal, donde se dedicó de lleno al fútbol. En Bogotá conoció a la institución que hoy es su hogar: Fortaleza CEIF. Con el club capitalino ha participado de las cuatro ligas profesionales que ha tenido el país. Por parte de la futbolista solo hay palabras de agradecimiento para la institución y no desaprovecha oportunidad para recomendar e invitar a quien puede hacer parte de este proyecto que está dando de qué hablar: “Para Fortaleza solo agradecimiento, me abrieron las puertas recién llegada a Bogotá. Le abrieron las puertas al fútbol femenino y después de eso, le apostaron al fútbol femenino profesional; hoy en día tiene uno de los mejores proyectos del país, con una buena cantera llena de talentos. Tenemos directivos que en realidad les gusta esto, es bonito ver ese apoyo”.


El 2020 para Fortaleza fue un año de grandes aprendizajes; en la Liga Femenina Betplay Dimayor el equipo comenzó como último de su grupo, pero mejoró con el pasar de los partidos, quedando a escasos puntos de clasificar a la ronda final de la competencia; además, en diciembre se quedó con el subcampeonato en el Octogonal de Fútbol Femenino organizado por el Ministerio del Deporte, cerrando un año en el que el equipo fue de menos a más.


Curiosamente, la recuperación futbolística del club coincidió con la consolidación de Marcela en el equipo titular y ella, aun entendiendo que hay cosas por trabajar, sabe que fue un buen año desde lo deportivo: “En el 2020 me faltó hacer goles, tuve un buen desempeño, no empecé de titular y me fui consolidando, aproveché las oportunidades que tuve y le aporté al juego, pero sé que tengo mucho por corregir y mejorar”.


Preparación y más preparación, sin excusas en un año difícil



Sus buenas actuaciones como volante fueron claves para que Fortaleza tuviera buen rendimiento y esto no fue coincidencia, la preparación de la número ‘20’ en un año marcado por la pandemia fue realmente especial. “Para mí fue un año productivo, aproveché el tiempo en la casa, empecé a trabajar en mi misma, desde lo familiar, personal, deportivo, no tengo quejas la verdad”. Incluso, debido al tiempo compartido en casa, Marcela intentó motivar a su familia a unirse a sus rutinas de preparación: “Aproveché para trabajar lo muscular con lo que había en la casa, fue un experimento bonito. Un día mi hermano y mamá se me pegaron, los ayudé un poco con los conocimientos que tengo y después de eso no quisieron volver a entrenar conmigo” comentó entre risas.


Su juego le permite desempeñarse bien en cualquier posición del medio: recuperación, creación, función mixta, por izquierda o derecha, sin embargo, la volante no deja de trabajar para ser mejor cada día. “Siento que tengo que mejorar mi condición muscular, porque no soy muy alta y se necesita compensar, además de eso quiero trabajar en la definición, en la liga anterior tuve muchas opciones de gol que no concreté, creo que es algo más mental”. Aun así y más allá de su habilidad con el balón, ella cree que su mayor virtud pasa por lo actitudinal, “lo que mejor hago como futbolista es entregarlo todo, soy de las jugadoras que no se guarda absolutamente nada, hasta que no me den las piernas”.


Las huellas en su fútbol



En todo su camino, ha estado acompañada por personas que han marcado y han aportado un grano de arena para mejorar su fútbol e impactar forma de ser, “en Villavicencio están Julio Castañeda, Omar Coy y Diego Martínez, ellos fueron quienes me llevaron de la mano para motivarme e hicieron gran parte de lo que hoy soy. También están mis entrenadores de micro, son muy buenos entrenadores, muy buenas personas: El profe Daniel, el profe Chisco y el profe Julián. Para finalizar está el profe Barato, también me ha enseñado bastante y el profe Diego Rodríguez, que ha sido un compañero, un amigo y un entrenador en todas sus facetas, me ha hecho mejor persona, a todos ellos les debo quien soy.”


Desde muy joven ha encontrado referentes a quienes mirar e intentar alcanzar, en el fútbol internacional está la superestrella del combinado tetracampeón de la Copa Mundial de la FIFA, Megan Rapinoe. “Es mi referente del fútbol mundial por su técnica, maneja los dos perfiles, su juego colectivo, como pone a jugar a todo el equipo, me llama mucho la atención”.


Así mismo, tiene muy claro quién es su compatriota referente, “Lady Andrade, me gusta como pisa el balón, me gusta mucho su juego individual, son pocas que lo hacen como ella, desde que la vi jugar por primera vez, puedo decir que quedé enamorada”. Resultado de su arduo trabajo, ha podido compartir en el campo con la actual jugadora del Deportivo Abanca -en primera división de España-. “Cuando jugó con Santa Fe y pude enfrentarme a ella, fue una gran sensación, de pronto no lo sabe, pero la admiro mucho. En el momento no le dije nada porque me daba pena, pero si en algún momento ella llega a ver esto, que sepa que le tengo muchísima admiración.”


La dura realidad del fútbol femenino en Colombia



La situación económica, no solo para Marcela, sino para las futbolistas profesionales en Colombia no es nada fácil. Con las condiciones actuales de competencia, los equipos no garantizan el sustento económico por una parte significativa del año y es por esto que muchas de ellas deben recurrir a empleos paralelos para asegurar su supervivencia. La jugadora de Fortaleza cuenta que aparte de toda su actividad deportiva, está buscando trabajo, en lo posible también relacionado con el mundo deportivo. Este objetivo va muy de la mano con los sueños que tiene, “mi sueño nunca fue ser futbolista profesional, ahora que lo tengo es una maravilla y me encanta, pero me gustaría poder estudiar, ese es mi objetivo real y todo va de la mano. Quiero estudiar entrenamiento deportivo, siento que tengo capacidades para estudiar lo que sea, pero me gustar ayudar a educar, estar en el campo, enseñar, me parece un buen objetivo poder ayudar a muchas personas”.


Respecto al momento actual y las condiciones del fútbol femenino en el país, tiene una opinión muy definida: “Siento tristeza, cada año nos quitan tiempo de competencia. No hay una consolidación de la liga, realmente hace falta mucho apoyo”. Sabe que se ha recorrido un camino importante pero también entiende que hace falta compromiso para llevar esta disciplina al siguiente nivel: “Hay con que trabajar para futuro, pero no se hace. Es mucha la gente que trabaja para y por el fútbol femenino y no se está viendo el daño que se hace. Se podrían hacer tantas cosas, pero no hay responsabilidad en el caso. Es trabajo de parte y parte, directivos, jugadoras, empresas, medios de comunicación, nos hace falta escucharnos y colaborarnos”. Durante el 2021, ha estado entrenando con las divisiones inferiores del club, preparándose para una eventual competencia y esperando a que se defina la situación de la liga profesional para el año, situación que lamentablemente se está convirtiendo en costumbre.


Soñar en grande y trabajar duro para cumplirlo




Marcela Ramírez tiene un futuro prometedor por delante, sin embargo, parece tener muy claro cuál es el paso a seguir luego de jugar, “quiero viajar mucho y conocer, pero no pienso dejar el fútbol de lado. Mi vida después del fútbol me la imagino trabajando para el fútbol, para la gente que viene en camino. Me imagino trabajando para la gente que viene detrás de mí”.


Con los sueños como estandarte de su proyecto de vida, envía tres grandes mensajes. El primero para todas las personas que tienen objetivos por cumplir: “Luchen por sus sueños, no importa qué tipo de sueño sea, si a ustedes las y los llena, los hace felices, los lleva por el buen camino, los hace ser mejores, no dejen de creer en eso y para los padres: crean, instruyan, guíen y sueñen con sus hijos e hijas.”


El segundo para los seguidores del club capitalino: “Para la hinchada de Fortaleza, gracias. Somos fieles y me incluyo porque hago parte de esa hinchada. Como lo dice el lema del equipo, vamos con el corazón amateur para todo lado: canchas, tribunas, detrás de la pantalla, desde donde nos toque, que sigan apoyando, creyendo e invitando gente a creer en este gran proyecto”.


El tercero para toda persona que crea en un mejor futuro para el fútbol femenino en Colombia, “así nos estén poniendo trabas, así muchas personas no crean en esto, hemos logrado cosas importantes y no lo vamos a perder, depende de cada uno de nosotros, hay que meternos en el cuento, el fútbol femenino da para hablar, jugar y de todo, entonces la invitación es a no dejar de luchar por esto tan bonito” dice mientras mira el balón con la misma concentración con la que afronta cada uno de sus entrenamientos y espera, al igual que todos nosotros a que a punta de trabajo duro, mucho talento, compromiso y convicción que la situación de este deporte mejore para las mujeres en Colombia.


David Moreno Solano


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